Antes de dormir me digo que no te
quiero. Quizás no me lo diga a mí, si no a ti.
Estás lejos, como a mil neuronas
de mi encéfalo, y hace tiempo que mis sueños te reemplazaron, por actrices que
sonríen tristes y por chicas de piernas infinitas.
No te quiero en mi cama, ni como
niñera. Hace tiempo que no te quiero a ti, reina de corazones (podridos). La
verdad, que tu crisálida, de la que te metiste sin avisar, ha caducado y tú,
cielo ígneo que amaba hasta ahogarme, te has podrido dentro. ¿Te han cortado la
cabeza? Eras más bella cuando no fingías ser feliz, no como ahora. Que te
pillo, pero yo me callo, no vaya a despertar al monstruo.
Nadie te dijo que cambiar no es
siempre algo bueno, aunque, mirándolo desde TU punto de vista (siempre
mirábamos desde ese maldito punto) quizás no te haya ido tan mal. Repito, tan
mal.
Puedo sonar rencoroso, que lo
sonaré, préstame un pañuelo. Pero tú me llenaste de tus rencores, de nuestros
rencores, préstame otro pañuelo.
Antes de dormir ya no me acuerdo
de tu sonrisa, de la de verdad, donde tus miedos y manías las escondías entre
tus tetas. Espero que las traten bien, a tus manías.
Luego falto yo, enamorado de tu
etapa gusano. Enamorado de algo que no existe. ¿Se puede entristecer y aliñar
de dolor tanto una vida? Cuando te enamoras de un personaje de ficción te
arriesgas a imaginártelo mientras te masturbas, pero ¿cuando sabes que existió
y estuvo entre tus manos?
Vaya, es más triste ahora que lo
escribo, porque estoy enamorado del prólogo de tu vida y dudo que sea un prólogo
de esos que nos anticipan y nos hablan del futuro de la novela. Me enamoré de
un prólogo que no se vuelve a repetir, cada fascinante palabra se queda metida
en las primeras páginas, juntos a la portada, que sí, que son tus pechos, que
los echo de menos porque estaban separados o porque nunca me dormí encima de
ellos. No se.
Antes de dormir, quiero decir,
después de cerrar los ojos, me digo que quizás sea mejor que ya no te quiera,
para evitar que la mierda, quiero decir, tu mierda, invada mi vida otra vez.
Que estoy muy bien, después de todo, y claro, después de todo viene la nada.
¡Qué bonita es la nada!
No hay comentarios:
Publicar un comentario