jueves, 3 de enero de 2013



Antes de dormir me digo que no te quiero. Quizás no me lo diga a mí, si no a ti.
Estás lejos, como a mil neuronas de mi encéfalo, y hace tiempo que mis sueños te reemplazaron, por actrices que sonríen tristes y por chicas de piernas infinitas.
No te quiero en mi cama, ni como niñera. Hace tiempo que no te quiero a ti, reina de corazones (podridos). La verdad, que tu crisálida, de la que te metiste sin avisar, ha caducado y tú, cielo ígneo que amaba hasta ahogarme, te has podrido dentro. ¿Te han cortado la cabeza? Eras más bella cuando no fingías ser feliz, no como ahora. Que te pillo, pero yo me callo, no vaya a despertar al monstruo.
Nadie te dijo que cambiar no es siempre algo bueno, aunque, mirándolo desde TU punto de vista (siempre mirábamos desde ese maldito punto) quizás no te haya ido tan mal. Repito, tan mal.
Puedo sonar rencoroso, que lo sonaré, préstame un pañuelo. Pero tú me llenaste de tus rencores, de nuestros rencores, préstame otro pañuelo.
Antes de dormir ya no me acuerdo de tu sonrisa, de la de verdad, donde tus miedos y manías las escondías entre tus tetas. Espero que las traten bien, a tus manías.
Luego falto yo, enamorado de tu etapa gusano. Enamorado de algo que no existe. ¿Se puede entristecer y aliñar de dolor tanto una vida? Cuando te enamoras de un personaje de ficción te arriesgas a imaginártelo mientras te masturbas, pero ¿cuando sabes que existió y estuvo entre tus manos?
Vaya, es más triste ahora que lo escribo, porque estoy enamorado del prólogo de tu vida y dudo que sea un prólogo de esos que nos anticipan y nos hablan del futuro de la novela. Me enamoré de un prólogo que no se vuelve a repetir, cada fascinante palabra se queda metida en las primeras páginas, juntos a la portada, que sí, que son tus pechos, que los echo de menos porque estaban separados o porque nunca me dormí encima de ellos. No se.
Antes de dormir, quiero decir, después de cerrar los ojos, me digo que quizás sea mejor que ya no te quiera, para evitar que la mierda, quiero decir, tu mierda, invada mi vida otra vez. Que estoy muy bien, después de todo, y claro, después de todo viene la nada.
¡Qué bonita es la nada!

No hay comentarios:

Publicar un comentario